Samadhi de Srila Narayana Maharaja
¡Su Divina Gracia
Srila Bhaktivedanta Narayana Maharaja
partió de vuelta a casa,
de regreso a Dios!
Srila Bhaktivedanta Narayana Maharaja
partió de vuelta a casa,
de regreso a Dios!
http://eltamborrugiente.blogspot.com/search/label/B.V.%20Narayana%20Maharaja
Por Aniruddha das
Guatemala, 28 de noviembre de 2010.
Hace menos de una hora, mientras mi esposa chateaba con un vaisnava a quien ella considera su hijo, éste le informó de súbito que Srila Narayana Maharaja había ejecutado su pasatiempo de aprakrita-lila. Para corroborar definitivamente la noticia, de inmediato accedimos a backtobhakti.com. La página principal, en efecto, anunciaba la entrada en Goloka Vrindavan de Om Vishnupada Paramahamsa Astorata Sata Sri Srimad Bhaktivedanta Narayana Maharaja Gurudeva.
Yo tuve la inmensa, inapreciable fortuna de haberme asociado regularmente con esta excelsa alma, que no sólo fue un amigo íntimo de Srila Prabhupada (Prabhupada personalmente le pidió que se encargara de realizar sus ritos fúnebres —colocar solemnemente su divino cuerpo en la cripta especial de samadhi— un poco antes del 14 de noviembre de 1977), sino que también, al igual que nuestro amado Srila Prabhupada, es un asociado eterno de Sri Sri Radha-Krishna. Así que, de primera mano y por vivencia personal, me consta que Srila Narayana Maharaja era un suddha-bhakta, un devoto puro de la más alta jerarquía.
Hace menos de un año platicaba con un viejo amigo mío, un vaisnava que en la década de los ochenta se refugió en Sripada Bhakti Aloka Paramadvaiti Swami. Es una persona muy inteligente y además, con bastante experiencia institucional. En el curso de la charla, yo destacaba la fenomenal campaña de predicación mundial que Srila Narayana Maharaja comenzó en 1996, y que repitió ininterrumpidamente cada año, 2010 inclusive, y en la que había circundado 16 veces el globo terráqueo para difundir el mensaje divino de la conciencia de Krishna. Tras terminar un elogio en particular, mi amigo vaisnava se quedó muy pensativo y a continuación, mirándome fijamente a los ojos, me dijo con voz suave y grave a la vez: “¡Srila Narayana Maharaja es el mejor discípulo de Srila Prabhupada!”
“¿Por qué?” —le pregunté con curiosidad—.
“Porque es el que mejor entendió cómo se debía difundir masivamente la conciencia de Krishna. Además, porque el mejor que nadie, puso en práctica la breve y profunda sentencia que profirió Srila Prabhupada: ´La conciencia de Krishna no es un estereotipo´, y enseñó, para ejemplo de todos, que no hay que avenirse a la forma, sino al espíritu, a la esencia de las instrucciones que nos legó Srila Prabhupada”.
En junio de 1997, un grupo de devotos esperábamos ansiosamente la salida de Srila Narayana Maharaja del interior de la sección de migración y aduana del aeropuerto Juan Santamaría, en San José, Costa Rica. Nos habíamos congregado, como todos los que esperan la llegada de familiares o amigos, en una especie de pequeña explanada afuera de la puerta de salida del recinto de aduana. Maharaja y su comitiva ya se habían retrasado casi dos horas en el interior del aeropuerto. Los vistas estaban registrando todo el contenido del montón de maletas de la comitiva, que incluía hasta una cama desarmable.
El kirtana se prolongaba más y más. Y de alguna manera, por ser el único consuelo, el canto de los Santos Nombres de Krishna se hizo más dinámico y nectáreo. La melodía del maha-mantra subía de tono y de sentimiento al compás del dulce, rítmico golpeteó de la mrdanga. Éramos un grupo de casi 30 devotos. Los pasajeros de vuelos posteriores al de Maharaja salieron sin novedad, mas éste no aparecía. Aquellos salían de una puerta automática corrediza y después se dirigían, uno detrás de otro, en fila, a una sola puerta giratoria, por donde pasaban todos. Los minutos corrían y el tañido de los címbalos, que acompañaba el canto en congregación del maha-mantra, no cesaba de difundir su aguda vibración sonora.
De pronto, alrededor de las nueve de la noche, en un momento que se había congregado una multitud como de 250 personas en el área de espera, la puerta corrediza se abrió, y la delgada pero prominente figura de Maharaja, envuelto en hábitos de color anaranjado tenue, apareció ante nuestros ojos expectantes. Los devotos gritamos estruendosa y eufóricamente al unísono: “¡¡¡KI JAYA!!!”
Maharaja se detuvo un instante y luego alzó los brazos. Acto seguido, con su comitiva detrás suyo —aproximadamente 15 devotos, incluyendo a su infaltable sirviente personal, Navin Krishna dasa Brahmacari (hoy, Sripad BV Madhava Maharaja)—, encaminó sus pasos a la puerta giratoria, la única salida. Los devotos corrimos y nos agolpamos en torno a la aspa de la puerta que iba a empujar a Maharaja. Y, finalmente, al tenerlo cara a cara, …¡los devotos se tiraron al piso para ofrecerle reverencias dandavats y/o agacharse para tocar sus pies de loto! ¡Se formó una turba! Yo recuerdo que me eché un clavado tipo Joaquín Capilla, el “tritón azteca”, y caí en las espaldas de dos devotos. Como pude, me abrí paso a ras del piso y luego, cuidándome para que no me pisotearan la cabeza, posé mi frente sobre los pies de Maharaja. Cuando me incorporé, …¡Maharaja me dio un tierno abrazo! Luego, de la manera más espontánea, abrazó, uno tras otro, a los 8 ó 9 devotos —los más vehementes—, que tenía a menos de un metro de la puerta giratoria. Y para sorpresa mía, indudablemente impelidos por la voz de su superalma, tras ver aquellas muestras de júbilo y respeto sin parangón, …¡las personas que esperaban en la explanada empezaron a acercarse a Maharaja para abrazarlo! Y Maharaja, sin ningún reparo sino más bien lleno de magnanimidad, empezó a dar abrazos a diestra y siniestra. ¡Las personas perdieron el interés en los familiares que esperaban, y formaron filas para abrazar a Maharaja!
Muy feliz de haber tocado los pies de aquel santo, me acomodé en la parte posterior de la explanada, como a doce metros del lugar donde tenía lugar el recibimiento. Mientras contemplaba esa escena gozosa y conmovedora, una persona se me acercó, y con la voz temblorosa y la piel pálida debido a la emoción, me preguntó: “¿¡Verdad que él es como el papa!?”. “¡Sí!”, le respondí.
Una vez saciada la multitud exultante, Maharaja caminó al lugar donde estaba aparcado el coche que lo llevaría al templo. Al notar que eran pocos los devotos que acompañaban a Maharaja, yo me dije en mi interior: “No pierdas la oportunidad de volver a dar un abrazo a Maharaja ¡Oportunidades como éstas son muy raras en la vida!”. Acto seguido, apresuré mis pasos hasta alcanzar a Maharaja. Por estar a sus espaldas, lo llamé desde atrás: “¡Maharaja!”. Cuando éste se volteó, noté que su rostro estaba bañado en lágrimas. Sin decirme nada, casi adivinando mi intención, ¡Maharaja me dispensó otro abrazo!
Aquel festival de hari-katha duró 9 días, período durante el cual Maharaja hizo una soberbia disertación sobre los diversos tipos de devotos puros, comenzando con Dhruva Maharaja, luego Prahlad Maharaja, luego Hanuman, luego los Pandavas, luego Arjuna, luego Uddhava, y finalmente, los habitantes de Vrajabhumi. Tras describir a los habitantes de Vrindavan imbuidos de sakhya-rasa y vatsalya-rasa, Maharaja concluyó su exquisita serie de clases describiendo el máximo nivel de devoción pura a Krishna: el amor de las gopis, que encuentra su cenit en Srimati Radharani. ¡Hari bol! Como dijese Srila Sridhar Maharaja, el eminente hermano espiritual de Srila Prabhupada, muy claramente pude percibir que Srila Narayana Maharaja era la nueva expresión, tangible y vivificante, del “descending grace” [“la gracia descendiente”] que continuamente “baja” de la región más elevada del mundo espiritual [“from above”], directamente de los corazones, saturados de compasión, de Radha y Krishna. Lo único que se requería para tomarla era un poco de amplitud mental y romper con los rígidos, fanáticos (y por lo tanto, excluyentes), esquemas característicos de las religiones autoritarias.
Muchas veces más tuve la fortuna de asociarme con Srila Narayana Maharaja Gurudeva, a quien acepté como mi venerable siksa-guru. De él aprendí y seguiré aprendiendo preciosas, iluminadoras e inéditas lecciones sobre servicio devocional puro. En San Diego, en 2002, tras ofrecer “Crores y crores de dandavat-pranams”, primero a los pies de loto de su diksa-guru, Srila Bhakti Prajñana Kesava Maharaja, y seguidamente las mismas “crores y crores de dandavats-pranams” a los pies de loto de su siksa-guru, “Srila Bhaktivedanta Swami Maharaja Prabhupada”, dijo: “¡Todo lo que tengo, todo lo que he hecho, se lo debo a él, mi priya-bandhu y siksa-guru! Él me ha mandado hombres, dinero, …¡todo!”. Acto seguido, la voz se le quebró. Por espacio de casi dos minutos, mientras una nutrida concurrencia presenciaba el suceso conmocionada y silenciosamente, Maharaja hizo un gran esfuerzo para reprimir sus sentimientos. Tras deliberadamente tragar saliva cuatro o cinco veces, Maharaja retomó el curso de su discurso. ¡Fue un momento muy emotivo e intenso!
Finalmente, les relato una anécdota conocida muy poco: el 14 de noviembre de 1977, a las 7:30 p.m., nuestro amado Srila Prabhupada entró en aprakrita-samadhi. Se comisionó a una cuadrilla de devotos y trabajadores para que excavasen la fosa donde al día siguiente se iba a colocar, en medio de ritos y canto de mantras póstumos, el divino cuerpo de Su Divina Gracia. Al rayar la medianoche la mayoría de los sannyasis y devotos en general ya estaban en sus respectivos dormitorios para tratar de recuperar un poco sus mermadas fuerzas. A las dos de la madrugada del día 15 de noviembre, el reducido grupo de devotos que había estado cantando kirtana en la nave del templo de Krishna-Balaram Mandir, empezó a mermar. A las tres y media de la madrugada, …¡sólo un devoto quedaba en el templo, cantando bhajans para glorificar y complacer a Srila Prabhupada! Su voz era dulce y melodiosa; pero sobre todo, “impregnada de devoción”, recuerda el brahmacari que estuvo a cargo de cavar la fosa. Pasaron muchos años antes que este último se volviese a topar con ese único devoto que cantó toda la noche y toda la madrugada —muy frías ambas— en alabanza del sakti-avesasa avatara y yuga-acarya del sampradaya Brahma-Madhva-Gaudiya, nuestro carísimo Srila Prabhupada. Y, ¡lo reconoció!: ¡ese devoto abnegado, colmado de devoción, era Srila Narayana Maharaja!
¡Todas las glorias sean para Srila Bhaktivedanta Narayana Maharaja Gurudeva!
¡Todas las glorias sean para Srila Bhaktivedanta Swami Maharaja Prabhupada!
[Imágenes: Costa Rica, junio de 1997.]
Jaya Srila Gurudeva Forever Guruji!
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